Mucho antes de tener los pequeños fotómetros de Voigtländer, como el VC y el VC-II o el Sekonic L-208 y de no encontrarme del todo a gusto, con los pequeños Leicameter de Leica, usé durante mucho tiempo, el fotómetro Sixtino 2 de la prestigiosa marca Gossen, que bajo mi modesta opinión, siempre ha sido una de las mejores.
Como dice el título de la entrada, un pequeño gran fotómetro, ligero y muy preciso. Es cómodo, se puede usar con una sola mano, no molesta en el bolsillo de la bolsa de la cámara, la chaqueta o del pantalón y no usa pila (eso le puede jugar en su contra).
Capaz de medir luz incidente, a través del difusor blanco mate incorporado, a modo de lámina corredera escamoteable y evidentemente, luz reflejada.
Es un fotómetro de célula de Selenio. Eso quiere decir, que la aguja de este fotómetro, actúa cómo voltímetro, que en realidad, mide la corriente generada la célula de Selenio, al incidir la luz sobre ella. Podemos decir, que en realidad se trata de un voltímetro y una placa fotovoltaica. El gran problema es, que estas placas de Selenio, con el paso del tiempo, pierden la capacidad de generar corriente eléctrica y se "agotan", dejando de producir la corriente necesaria para generar el campo magnético, que mueve la aguja del medidor y por consiguiente, la inutilización del fotómetro.
Como siempre me gusta encontrar algún defecto, por leve que éste sea, decir que como cualquier fotómetro analógico, que cuente con sólo una escala, en escenas con baja iluminación, cuesta un poco obtener una buena exactitud de la lectura de la exposición, si pretendemos afinar mucho. Esto puede ser un problema, si usamos película positiva en color (diapositiva), con la que una desviación de 1/3 del valor de exposición, puede arruinar nuestra foto.
Sin lugar a dudas, si tenemos la oportunidad de usar un Sixtino 2 en buenas condiciones técnicas, seguro que no defraudará a nadie.