La mayoría de las cámaras Leica con montura de rosca, incorporan un visor, que realmente es muy sencillo. De hecho, ni incorporan marcas de límite de encuadre ni por supuesto, corrección del error de paralaje, como ocurre en las hermanas, con montura de bayoneta.
En esta entrada, me gustaría hacer hincapié, en el problema que poseen las cámaras telemétricas, al montar según que tipo de objetivos y/o accesorios.
Como ya he comentado antes, los visores que no poseen máscaras de límite de encuadre, tampoco poseen la función de corrección del error de paralaje (típico de las cámaras telemétricas) y como es evidente, no podemos ver, que encuadre tendrá, cada objetivo que montemos, según su distancia focal.
Para que ésto se entienda, veamos que ocurre, cuando a una Leica IIIf (en este caso, una Black Dial, del año 1951), se le monta un objetivo Leica Summitar 50mm f:2, del 1949, con su parasol específico y original, Leica SOOPD.
Este es el aspecto del conjunto:
Apuntando hacia una pared lisa, para que se pueda apreciar la afectación que tiene el objetivo y el parasol, en la visión a través del visor, esto es lo que se observa:
Es por este motivo, que tanto Leica, como otros fabricantes, comercializaban visores externos, para paliar este problema. Tanto para solucionar el tema del cambio de ángulo de visión, en función de la distancia focal utilizada, como el de la afectación óptica sobre el visor incorporado.
Debo decir, que hay a quien no le molesta perder parte de información visual, a través del visor y no utiliza ningún tipo de visor externo. Cada cual, debe adoptar la solución que más le satisfaga.